jueves, 24 de enero de 2013

30 Marzo


Qué ironía... La cueva de la que hablaba mi padre está aquí... debajo de la casa. Waites, el mayordomo, descubrió una grieta en la pared del desván. Una brisa soplaba a través de ella, helada y repugnante... Me horroriza pensar que mi padre haya muerto en ese lugar. Me llevaré a la tumba la visión de su rostro contorsionado en la agonía de ese fatal ataque al corazón que lo llevó a la muerte.


Su cuerpo estaba retorcido. Había llorado... Las uñas de sus dedos estaban rotas y ensangrentadas de tanto arañar el suelo. El Doctor Gray me dijo que murió a causa de un ataque al corazón. Fue Waites quien, poco después, me dijo que mi pobre padre se había mordido la lengua y se había ahogado en su propia sangre.

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